¿Cómo puedo tomar decisiones sin sentirme culpable?

Tomar decisiones es uno de los procesos que más nos cuesta en la vida. Siempre estamos pensando en el “qué dirán” o en cómo afectará a otros nuestras decisiones, pero difícilmente nos ponemos a nosotras en un primer plano de las circunstancias y en vez de ello, ubicamos al resto del mundo en el centro de lo que pensamos y sentimos. Entonces, ¿qué hay de nuestros proyectos, metas y crecimiento personal?

Esto puede cambiar, pero… ¿Cómo?

Primero debes reconocerte como la persona más importante al momento de tomar una decisión. Tú eres la que asumirá las consecuencias de ello, por lo tanto, los demás serán espectadores de tus decisiones, aunque se sientan afectados o beneficiados por las mismas.

¡Noticia de último minuto! TODAS nuestras decisiones afectarán a alguien más de alguna manera.

Es innegable que nuestras decisiones son visibles para otros y que pueden influir en los demás. Por mencionar un par de ejemplos, si llevas mucho tiempo trabajando en el mismo lugar y sientes que debes hacer un cambio en tu vida laboral y experimentar nuevos horizontes, tomar la decisión de buscar un nuevo empleo puede afectar a tu equipo de trabajo o a tu familia. Si desde hace algún tiempo ves que tu relación amorosa ya no funciona o no te sientes plena y feliz, y quieres replantearte afectivamente, esta decisión puede afectar a tu pareja…

Sea cual fuere el caso, estas situaciones son tan comunes en nuestras vidas como en las de millones de mujeres que experimentan la misma incertidumbre. Ellas, al igual que tú, podrían pensar más en qué sentirán sus parejas, sus familias o sus compañeros de trabajo. Pero, ¿y dónde quedas tú?, ¿dónde queda tu felicidad?

Por supuesto, esto no significa que debas pasar por encima de otros para imponer tus sentimientos y pensamientos, no. Más bien me refiero a que la primera persona que debe estar plena, tranquila y en paz con las decisiones de vida que toma eres tú, para que puedas reflejar esa energía positiva en los demás. Porque tal vez –y continuando con los ejemplos expuestos anteriormente–, si continúas en ese empleo que ya no llena tus expectativas, con el tiempo se puede afectar tu rendimiento laboral; o si continúas en esa relación donde ya no estás bien, podrías alimentar un sentimiento de desesperanza y perder tiempo de calidad que puedes llenar contigo misma o con otra persona que traiga nueva felicidad a tu vida.

Entonces, ¿por qué es tan difícil tomar decisiones?

Porque no nos han educado para manejar la culpa. La culpa es un sentimiento que generalmente se asocia a algo negativo, puesto que hace que nos sintamos mal y que, si no manejamos bien, puede causar otras emociones asociadas como la tristeza, la angustia y la rabia. En este punto lo más esencial es resolver sanamente estas emociones y reconocer que cada uno de nosotros somos responsables de lo que sentimos.

Cada quien es responsable de sus sentimientos y emociones.

Muchas veces nos ocupamos de cosas que no nos corresponden, entre esas, tratar de satisfacer la forma en que otros sienten o resuelven sus emociones. Debes recordar que cada persona tiene la capacidad de ocuparse de sí misma. En este caso, si decides finalmente cambiar de empleo, ten en cuenta que tu equipo de trabajo y la empresa están en capacidad de continuar con sus labores sin ti. Si decides terminar tu relación de pareja, esa persona es la responsable de manejar su propio duelo y de resolver sus emociones sin ti presente. Estas situaciones que planteo son sólo algunos ejemplos de muchos otros escenarios donde se requiere tomar decisiones, sea en el área relacional, laboral, familiar, física o emocional. Lo más importante es que identifiques cuál es el camino que quieres transitar y las consecuencias de ese recorrido.

No tengas miedo de hacer elecciones y como bien lo planteamos en un artículo anterior en nuestro blog, aprende a tomar las decisiones correctas (esas que tú sabes que necesitas tomar). Recuerda que tomar decisiones asertivas en el momento más adecuado nos impulsa a progresar en nuestras vidas y a no retrasar nuestros sueños, crecimiento personal y propósito. Además, nos libera de las ataduras del momento o de aquello que nos impide avanzar.

¡Tomar decisiones es progresar!

Escrito por Estéfany Cardona. Psicóloga de profesión, amante de los animales y defensora de la libertad del sí mismo. Desde hace 3 años trabaja en colegios ayudando a niños, adolescentes y a sus familias a aprender nuevas formas de comunicación y convivencia familiar. Estéfany ha dedicado su trabajo a promover la responsabilidad emocional y la toma de decisiones asertivas desde la psicoterapia individual y familiar.

#MujerInspírate

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