Conductas autolesivas, cuando el dolor emocional te lleva a hacerte daño - autolesión

Conductas autolesivas: cuando el dolor emocional te lleva a hacerte daño

“Un arrebato; así fue la primera vez que lo hice. Solo necesitaba liberar tanto dolor que sentía en el alma… Mi relación de dos años había acabado y mi expareja no quería saber de mí; eso me dejó un vacío enorme. Lo había pensado muchas veces, pero nunca pasaba de ahí; hasta que un día tomé acción y comencé a cortarme el brazo izquierdo”. Así narra Alejandra su primera autolesión; la recuerda como un momento en donde el dolor físico parecía una alternativa para aliviar su sufrimiento. Lo que ella no sabía es que ese hecho —aparentemente aislado— sería el principio de una espiral descendente marcada por las conductas autolesivas.

Automutilación, autoflagelación, autoagresión, ‘cutting’… A las conductas autolesivas se les conoce por diversas voces; pero, en términos generales, se refieren a todo acto deliberado con el fin de ocasionar un daño físico y directo en el propio cuerpo. Estas suelen presentarse en distintas formas y tienen distintos niveles de gravedad.

Ahora bien, la autolesión no es una condición en la que se incurre de la noche a la mañana. De hecho, si consideramos que el instinto de supervivencia es algo propio del ser humano, cabe preguntarse: ¿qué factores pueden llevar a una persona normal —como Alejandra— a caer en esta práctica? Es aquí donde la salud mental cobra relevancia; sobre todo en tiempos donde la pandemia y el aislamiento son los principales detonantes de episodios depresivos, estrés, tristeza y ansiedad.

Para la mexicana Michelle Huffman Espinosa, psicóloga clínica con especialidad en trastornos anímicos y conductuales, las automutilaciones no constituyen una patología en sí mismas. “Se trata de una condición comórbida, es decir, que acompaña a otro tipos de trastornos, como la depresión severa, trastornos de personalidad, ansiedad, entre otras enfermedades”.

Tal era el caso de Alejandra. Además de experimentar el duelo de una ruptura amorosa, ella había perdido su trabajo y se acababa de someter a una operación que le causó infertilidad, “sentía que todo se venía abajo para mí”, comenta. “Un día, a gritos, le pedí ayuda a mi familia porque no sabía qué me pasaba. Ellos, aunque estaban asustados, buscaron el apoyo pertinente. Fue cuando me diagnosticaron depresión y me internaron por urgencias psiquiátricas. Tenía 26 años”.

Mujeres y adolescentes, la población con mayor incidencia en conductas autolesivas

Esta práctica puede presentarse a cualquier edad, incluso en los niños. Sin embargo, los estudios demuestran que las mujeres son la población más propensa a caer en la autolesión, al igual que los adolescentes.

Huffman explica que las conductas autolesivas más comunes pueden variar de acuerdo al trastorno que las acompaña y a la gravedad sujeta al mismo. “Las mujeres, por ejemplo, prefieren cortarse la piel; los hombres, en cambio, buscan dañarse a través de golpes y quemaduras. En los niños se presentan más los golpes, mientras que los adolescentes suelen combinar los cortes y quemaduras (por fricción)”, agrega.

Estudios de distintas universidades arrojan que el ‘cutting’ —o cortarse— es una práctica que ha aumentado por lo menos 30 por ciento entre los jóvenes a nivel mundial.

Por su parte, Alejandra recuerda haberse cortado con un vidrio que tomó del suelo el primer día que se hizo daño. “Después de eso, comencé a buscar objetos cortopunzantes, como tijeras, aretes, agujas, cuchillos… A decir verdad, cualquier cosa que cortara era muy útil para mi cometido, y si no cortaba, yo la rompía para que tuviera filo”, confiesa.

¿Es la autolesión un intento de suicidio?

Según la especialista, el pensamiento suicida y los actos que persiguen dicho fin no pueden catalogarse como conductas autolesivas. “Se trata de acciones completamente diferentes. La autolesión es deliberada, no es accidental ni producto del delirio y está diseñada específicamente para ocasionar daño”.

Entonces, ¿por qué la persona busca hacerse daño?

La autolaceración tiene lugar porque la persona necesita liberarse del dolor psíquico —un dolor mental muy profundo—. Entonces, al provocarse un daño físico, siente que alivia su dolor mental. Sin embargo, la falsa calma que experimenta es fugaz y agrava su condición.

“El tiempo que el sujeto siente calma es poco. Por eso, cada vez necesitará hacerse un daño más grande”, agrega Huffman.

En este punto, Alejandra reconoce que no disfrutaba lastimarse; sin embargo, compara su experiencia con una adicción. “En mi mente me sentía tan desesperada que no pensaba con claridad; pero en esos momentos, luego del corte, había descanso. Nunca he consumido ninguna sustancia psicotrópica, pero supongo que es algo parecido a encontrar la dosis perfecta para desconectarse del mundo”.

Liberar tensión o dolor no es el único motivo para lastimarse, sino que hacerlo, le da a la persona una sensación de control de sí misma e incluso, de quienes le rodean. Ante esto, Huffman asegura que “las conductas autolesivas también se emplean para manipulación”.

¿Qué hacer en caso de presentar conductas autolesivas?

Alejandra recuerda que, aunque intentaban ayudarla, sus familiares y amigos se sentían sumamente confundidos. “Intentaban regañarme, incluso golpearme para que volviera en sí, pero era inútil, el dolor era más fuerte que yo”, añade.

“¿No le duele?”, “¿por qué hace eso?”, “¿acaso se quiere matar?”… Estas son algunas de las preguntas, sin contestación, que se hacen quienes rodean a la persona afectada. Como psicóloga clínica, Huffman explica que dicho comportamiento “tiende a asustar a los amigos, familiares y pareja del individuo. Sin embargo, ellos son los indicados —además del terapeuta— para apoyar al paciente en esta condición”.

Para tratar las conductas autolesivas, hay que definir primero el trastorno original y/o base, además de la gravedad de las lesiones.

Es por eso que, además de buscar —inmediatamente— ayuda especializada, el tratamiento debe incluir el apoyo de los familiares; quienes también deben recibir atención psicológica para que sepan cómo actuar de la mejor manera. “Dependiendo del trastorno base, el profesional les indicará cómo pueden lidiar con el problema de su ser amado”, asegura la profesional.

Gracias a ello, Alejandra pudo salir del abismo en el que estaba sumergida. “Justo el día que me vi atada a una cama —totalmente drogada por el efecto de los medicamentos— y vi a una familia destrozada por mi comportamiento, comprendí que la solución estaba en mí y que nadie podía tanto como el amor propio que necesitaba darme”.

“Así que levanté la cabeza para darle gracias a ese ser supremo por la vida con la que había estado jugando. Le pedí perdón y también me perdoné. Luego, le dije a mi familia que volvería a estar bien, por mí y por ellos. Hoy, cinco años después, continúo —con más fuerza y madurez— en tratamiento psiquiátrico, terapéutico y médico”, agrega.

“Sí. Tengo días buenos y malos, como cualquier ser humano. No soy anormal. Pero cuento mi historia con orgullo porque sé que puede inspirar a otros a salir de ese hoyo. Hoy tengo la firme convicción de que cualquiera que haya sucumbido en el terreno de la autolesión, no es el primero ni el único. Pero eso no quiere decir que sea el fin. Mientras haya vida y voluntad, siempre se puede mejorar”.

#MujerInspírate

 

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Johana Duque

Johana es colombiana, comunicadora social con énfasis en periodismo; una soñadora incansable y una apasionada sin remedio. La lectura y la escritura han sacado siempre su mejor versión. Actualmente genera contenidos para varias plataformas digitales y trabaja en su marca, “La Dukesa”.

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