«Espejito, espejito: ¿quién es la mujer más bonita de todas?»

Una de las preguntas que siempre nos hemos hecho como mujeres es «¿soy bonita?». Comenzamos de pequeñas con un vestido de bailarina, princesa, mamá, taxista, astronauta, la chilindrina (en mi caso), desfilando con una serie de pasos ligeros, caritas, saltos y sonrisas para llamar la atención de nuestros padres, profesores o adultos; siempre esperando que nos dijeran aquello que tanto necesitamos escuchar: «¡Sí!, te ves hermosa».

Si lo hacían, era el día más maravilloso de todos; saltábamos, salíamos a hablar con nuestros muñecos, amigos o hermanos, sintiéndonos las reinas del cuarto o las princesas del cuento, y sonriendo al espejo con la ausencia de dos o más dientes de leche, o con exceso de frizz –por aquello de la moda de los 80 y 90–, pero sin importar lo que sucedía, ¡nos sentíamos bellas!

En la adolescencia empezamos a cambiar y los cuerpos empiezan a tomar formas que antes no tenían, a veces lo escondíamos, otras veces las mostrábamos; pero el gran problema es que empezábamos a cambiar los espejos de nuestro cuarto y nuestro corazón por los espejos que nos modelaban los medios de comunicación y la sociedad.

Fue así como empezamos a ver carteles de mujeres exuberantes con cinturas de reina; cabellos largos y frondosos que se movían al son del viento –como si el gel no se necesitara o como si el secador no existiera–. En fin, eran perfectas, ¡y eso que no hablaban! ¡Y qué decir de las presentadoras de televisión!, mujeres altas, con vestidos minúsculos y grandes tacones que las hacían ver elegantes y distinguidas… pero al ir a nuestro cuarto, al ponernos los tacones y los vestidos que veíamos o al tratar de mostrar las curvas que envidiábamos, solo encontramos que el relleno no se ajusta al empaque, por lo que no nos veíamos como los otros modelos, concluyendo: “hay un defecto de fábrica, algo malo hay en mí”.

Al ver esto empezamos dietas extremas, jornadas intensas de ejercicio insano, cirugías… pero por más que lo intentemos, no nos vemos como ellas y nuestro valor propio empieza a decaer debido a la falta de identificación con los modelos externos.

Esto que acabamos de leer es lo que muchas –por no decir todas las mujeres– pasamos en nuestro proceso de desarrollo. A diario escucho frases y veo imágenes en las redes sociales de mujeres tratando de ser como otras mujeres y compitiendo por ver quién tiene el mejor cuerpo o  el mejor performance. Hace poco escuchaba de la boca de alguien allegado la siguiente frase: “…tenía más cuerpo de mujer”.

¿Qué nos hace mujeres y qué nos hace «hermosas»?

A nivel biológico, somos mujeres desde nuestro nacimiento debido a nuestra estructura física. Si en 200 años encontraran nuestros cuerpos, los arqueólogos llegarían a la indudable conclusión de nuestro género debido a la estructura de nuestros huesos.

Ahora bien, la respuesta a qué nos hace hermosas desafortunadamente se la hemos asignado a los cánones de belleza (imposibles) con los que mentalmente competimos a diario: ¿Mujeres de medidas perfectas? ¡En efecto!, con arreglos fotográficos en cada una de sus arrugas, rollitos y medidas. ¿Y si las vemos en vivo? también, llenas de fajas, rellenos o sometidas (algunas, no todas) a jornadas inhumanas de dietas, cirugías y ejercicio que muchas veces les impiden probar el sabor de un buen chocolate (por cierto, amo el chocolate).

En nuestra mente –y posiblemente de manera inconsciente– no nos aceptamos porque tenemos como medida un estándar imposible creado por la sociedad. ¿Qué sucedería si trasladamos ese criterio y entendemos que lo que tenemos es lo que hay?

Ahora bien, no estoy en contra de las dietas ni de la cirugía, del ejercicio ¡mucho menos!, tampoco de las fajas (seamos francas, aunque en ocasiones ayudan no debemos esclavizarnos a ellas). La cuestión es que al verte en un espejo te identifiques contigo, no con un espejismo. Conviértete en tu propia fan. ¿Por qué para ver a los demás usamos un lente más suave que para vernos a nosotras mismas?

Atrévete a actuar como si fueras tu modelo personal a seguir ¡Decide amarte y cuidar el cuerpo que tienes! Es tiempo de ser intencionales con nuestros criterios y pensamientos.

Esto, hablando de la cuestión meramente física –entiéndase los cambios hormonales, el acné, las estrías, las libras de más, las medidas de menos–. No sé qué es exactamente lo que te afecta, pero sí sé que si tú no te animas a ver lo mejor de ti ¿Qué razón tendrían los demás para hacerlo?

Recuerda algo, tanto la actitud que toman los demás hacia ti como lo que ven los demás de ti, siempre es espejo de lo que tú misma ves en ti. ¿Acaso no has visto esas mujeres que físicamente no son impresionantes pero tienen un «no sé qué» que hace que todos los hombres y mujeres las admiren? Ese «no sé qué», se llama identidad… esa la respuesta que da el espejo cuando realmente te estás viendo a ti y no a los modelos falsos que hay en tu mente.

Algo que he aprendido en lo personal es que soy imagen de Dios, ÉL no crea basura (como algún día alguien me dijo).

Verás, con mi cara tal como es, con mi cuerpo tal como esta, con o sin maquillaje, tengo en mi interior la eternidad del amor de Dios en mí como creación. Soy tan, pero tan valiosa que Jesús murió por mí… y si este precio no me basta, entonces ¿que será necesario?

Espejito, espejito: ¿quién es la mujer más bonita?

La mujer más bonita es aquella que pueda ver la eternidad de su espíritu en su imagen, la que se refleja en el espejo correcto (su espíritu), se mire en el original y no busque ser una copia… aquella que comprende su identidad.

La mujer más hermosa es aquella que comprenda la anchura, la longitud, la profundidad y la altura del amor de Dios por ella; aquel amor que excede a todo conocimiento y que fue dado para que sea llena de toda la plenitud de Dios para cumplir su propósito en esta tierra. Aquella que se mira con lo que es y lo refleja en su exterior para que todos lo vean en ella.

Esta mujer puedes ser tú y puedo ser yo, solo necesitamos quitar nuestros ojos de las cosas de la tierra y ponerlos en lo que realmente es importante.

#MujerInspírate

¿Qué opinas?

Lala Herrera

Mujer apasionada, llena de vida y comunicadora de nacimiento. Relacionista Pública y Social Media. Creadora de @diarioparaesposasjovenes. Ama poder comunicar y enseñar a los demás a hacerlo con eficacia. Su lema de vida es #Sé1Mensaje.

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