5 formas de amar que necesitamos rescatar

Cada vez se viraliza más un falso concepto de amor que se basa en lo tangible y banal, cuando su verdadera esencia se está perdiendo por completo ante la imposición de las necesidades propias. Por eso cada vez se hacen más comunes las relaciones interpersonales fugaces, como si el amor tuviera fecha de caducidad, solo implicara cosas bonitas y cero retos, cuando no es así. Por eso he meditado en algunas de las formas de amar que se están perdiendo con el desgaste de la sociedad y que necesitamos rescatar con urgencia.

Perdonar sin castigar

Implica disponerte a caminar al lado de la persona que amas en medio de su error y las consecuencias del mismo, pero sin reproches; es decir, sin recordarle que lo que vive es a causa de sus malas decisiones y/o actos.

No te confundas. No se trata de ser una alcahueta, más bien es aprender a acompañar a alguien en sus peores tiempos, es decir, estando presente pero respetando el espacio y el carácter personal de su proceso, entendiendo que es a su propio ritmo que aprenderá las lecciones y no al nuestro; ¿o es que acaso cuando vives las consecuencias de tus errores, te gusta apoyarte en quién solo sabe sermonearte?

Recuerda, aún cuando tengas la razón el amor no busca salirse con la suya, sino levantar al otro en medio de su debilidad.

Escuchar sin juzgar

Si bien escuchar sin interrumpir ya es una muestra de respeto, atención y buena educación; escuchar sin juzgar es aún mucho más enriquecedor. Se trata de mostrarte atenta y empática a los problemas del otro, no esperar a un punto vulnerable o la reincidencia de un error para soltar un “te lo dije”.

Asimismo, evita de señalar.

Sí, quizás tú actuarías de una manera diferente o tengas una visión distinta de lo que la otra persona te dice que vive, pero por más simple o tonto que te parezca lo que escuche, recuerda que quizás más que una opinión o consejo, lo que más necesita la otra persona es desahogarse.

Responder sin discutir

Un arte difícil de dominar si eres temperamental pero más gratificante que ganar la razón en una discusión.  Además, cuando una conversación se torna hostil a causa de diferentes puntos de vista, pelearse la razón es echarle leña al fuego.

Para limar asperezas y preservar la paz en la relación amorosa o de amistad, siempre será mejor responder sin promover discusiones.

Dar sin escatimar

Esto no aplica sólo a lo material, sino al tiempo y esfuerzo. Cultivar tus relaciones no solo se trata de buscar tiempo para conversar cuando tú lo necesitas o reunirse y salir cuando deseas divertirte o despejarte; es dedicarle a otros tiempo de calidad pese a tus ocupaciones y escucharlos con atención pese a tus problemas personales para demostrarle a tus seres queridos que son importantes para ti, que los valoras y que cuentan contigo.

Dar sin escatimar –ya sea cosas materiales, tiempo o dedicación–  es una de las cualidades características de un corazón lleno de amor. 

Comprometerse sin olvidar

Esto es hacer a un lado las emociones de un buen momento que nos llevaron al compromiso, para abrir paso a la sensatez, lealtad y esfuerzo necesarios en medio de los momentos no tan gratos que lo ameriten, pues, no todo en la vida es color rosa.

Así como las pruebas llegan para moldear nuestro carácter, los momentos difíciles o de tensión en medio de una relación amorosa, amistosa o familiar llegan para demostrar qué tan fuertes son los cimientos de la misma.

La característica más representativa del amor genuino es la abnegación. Mi deseo es que con este post te animes a practicar estas formas simples pero poderosas de amar en cada una de tus relaciones interpersonales y te aseguro que no solo verás los frutos de tu esfuerzo, sino que aprenderás a valorar a quienes te rodean, a identificar a esas joyas de persona en quiénes vale la pena invertirte y estarás creando vínculos indestructibles.

#MujerInspírate

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Melina Vélez

Melina Vélez es comunicadora social, presentadora de radio, escritora, productora de Marketing Digital y directora creativa de Mujer Inspírate. Melina es una soñadora imparable, esposa de Ángel Galeano y mamá de Napoleón, su hijo perruno.

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