¿Qué hacer cuando nada resulta según tus planes?
No importa cuán organizadas, meticulosas, esquemáticas y ordenadas podamos ser, hay una realidad innegable, sin importar cuán ferviente sea nuestro empeño y dedicación a la hora de planificar, lo cierto es que en ocasiones las cosas no resultan PARA NADA como lo teníamos previsto.
Algunos lo llaman karma, otros prefieren echarle la culpa a un tal “Murphy”; el caso es que para personas atareadas y un tanto obsesivas con la planificación (como yo), esta realidad suele llegar como un knockout, pues, todo aquello por lo que incesantemente trabajamos y creíamos tener perfectamente “bajo control”, ahora exige un plan de contingencia que –en la mayoría de los casos– solo trae caos, preocupación y afán a nuestra vida. Hablemos claro, sentir que perdemos el control de la situación es una sensación nada agradable.
Vivimos en una sociedad tan demandante que el tiempo pareciera rendir menos cada día, por lo tanto, el mundo entero se esfuerza, de una u otra manera, por minimizar ese “margen de error” al que siempre se está expuesto; pero las complicaciones existen, y no todo podemos tenerlo milimétricamente calculado. Es en este punto en particular donde pienso –muy personalmente– que Dios tiene sentido del humor, pues, convierte nuestros peores momentos de caos e histeria en todo un campo de entrenamiento personal, y de que aprendes, ¡aprendes!
Debo aclarar que la planificación y organización son herramientas sumamente útiles, para nada pienso que se deba prescindir de estas. Ahora bien, este artículo toca la autosuficiencia que el exceso de orden y planificación trae sigilosamente a nuestras vidas, al sacar de la ecuación el control soberano que solo a Dios le pertenece. Es justo aquí cuando el caos es totalmente justificable, pues, la Biblia nos enseña claramente que podemos hacer nuestros planes, pero el Señor determina nuestros pasos (Proverbios 16:9, NTV).
Entonces, ¿qué hacer cuando todo sale mal?
Relájate y enfócate en el momento. Jamás ocupes tu mente en todo lo que repercutirá negativamente tu situación actual, créeme cuando te digo que eso solo te llevará a un colapso nervioso. ¡Nada ganarás con preocuparte!, eso solo te restará.
«Así que no se preocupen por el mañana, porque el día de mañana traerá sus propias preocupaciones. Los problemas del día de hoy son suficientes por hoy». Mateo 6:34 (NTV)
Descansa y confía. A veces las situaciones se complican de manera tal que a uno no le queda mucho por hacer. Es entonces cuando debemos recordar que El Señor tiene planes de bien y no de mal para nosotros, “para darnos un futuro y una esperanza” (Jeremías 29:11, NTV), así que si Él permitió que ocurriera la situación en sí, pues ¡algo bueno vendrá de ello! Sólo espera con expectativa.
«¡Quédense quietos y sepan que yo soy Dios!…» Salmos 46:10 (NTV)
Aprende a depender más de Dios que de ti. Sí, organiza y planifícate, pero ante todo, incluye a Dios en tus planes. Sácalo del plan de contingencia y que su voz dirija siempre tu plan principal, de esta manera garantizarás el éxito en lo que te propongas.
«Pon todo lo que hagas en manos del Señor, y tus planes tendrán éxito». Proverbios 16:3 (NTV)
Cuando aprendes a cerrar la puerta de tu vida al caos y al stress de todo aquello que no resultó como esperabas, es cuando Dios mete su mano y empieza a obrar, pues ve con agrado tu certeza de que todo está bajo su control aun cuando tú misma no entiendas la situación en sí. Recuerda que los caminos de Dios están muy por encima de lo que puedes imaginarte.
#MujerInspírate
