El levita y su concubina: ¿una venganza oculta?

La Biblia relata algunos hechos dramáticos en relación al abuso y la discriminación que sufrían las mujeres de entonces. Curiosamente, estos hechos no ocupan un lugar importante en la teología ni en la enseñanza bíblica actual. Valdría la pena, en otras instancias, reflexionar sobre este “silencio” pedagógico.

Nunca oí una predicación o un tema sobre esta historia. Es perturbadora por la violencia final, perpetrada por un ministro del culto –un levita– y que ilustra la seriedad con que la Biblia describe las realidades humanas, incluyendo no solo las agradables o estimulantes.

En la historia vemos cómo el ministro en cuestión toma una concubina, digamos una esposa de segundo orden, la que en cierto momento le es infiel y huye a la casa de su padre. Después de cuatro meses –no de inmediato– el hombre va en su busca (como dice el texto “para hablarle amorosamente”), y se quedó allí varios días, comiendo y bebiendo, todo muy bien.

Durante los dos días siguientes, el levita quiso irse con la mujer, pero el suegro insistía en que se quedara otro poco. Finalmente, en una desafortunada decisión, el hombre se va al quinto día cuando ya caía la tarde, cosa poco aconsejable. Ya bien entrada la noche, sentados en la plaza de un pueblo extraño, son invitados a quedarse a comer y dormir en la casa de un lugareño. El texto habla mejor:

“…Cuando estaban gozosos, he aquí que los hombres de aquella ciudad, hombres perversos, rodearon la casa, golpeando a la puerta; y hablaron al anciano, dueño de la casa, diciendo: Saca al hombre que ha entrado en tu casa, para que le conozcamos (esto es, para tener sexo con él). Y salió a ellos el dueño de casa y les dijo… He aquí mi hija virgen y la concubina de él; yo se las sacaré fuera; humíllenlas y hagan con ellas lo que les parezca, y no hagan a este hombre cosa tan infame. Mas aquellos hombres no le quisieron oír; por lo que tomando aquel hombre (el levita) a su concubina, la sacó, y entraron a ella y abusaron de ella toda la noche hasta la mañana”.

La historia finaliza con el regreso del levita con la mujer violada. Al llegar a su casa, la divide con un cuchillo en doce partes y envía un trozo a cada tribu de Israel.

Queda en mucha duda si en verdad este ministro del culto quería hablarle “amorosamente” a su mujer infiel…

(La lectura completa está en Jueces 19. Para un estudio de las consecuencias de este acto, véanse además los capítulos 20 y 21)

Escrito por Benjamín Parra. Publicista, chileno (1953). Contribuye habitualmente con el blog de Opinión de CVCLAVOZ.

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