Cuando el abuso toca a tu puerta (I)

Joven, carismática, soñadora, radiante como el sol… Así era ella; aunque sus padres no lo decían, era la consentida de la casa, ¿cómo no serlo? si no había nube que opacara su alegría ni mal tiempo que nublara su optimismo; ¡hasta al más testarudo se le escapaba una sonrisa con sus ocurrencias! Es que su luz era contagiosa; simplemente, estaba enamorada de la vida. Pero, como en todo enamoramiento, los ...

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