¿Qué hacer cuando el abuso toca a tu puerta? (II)

Ella creía ser la protagonista de un amor digno de cuentos de hadas. Era esa chica joven, risueña, soñadora y radiante que no pasaba desapercibida, pues, brillaba con luz propia, una luz que ciertamente, deslumbró a ese aparente príncipe que tocó a su puerta en un encuentro fortuito, una noche de fiesta, un par de meses atrás… Ella no tenía idea de que aquél “hombre ideal” acabaría apagando la esencia misma de la vida en ella.

En nuestra entrega pasada, «Cuando el abuso toca a tu puerta (I)» conocimos el inicio de la historia de esta pareja, más específicamente de nuestra protagonista: Una chica enamorada de la vida, soñadora e ingenua, quien no tenía la más mínima idea de a que clase de hombre le estaba endosando su corazón. Más allá de sus extraordinarias experiencias juntos (porque ciertamente ¡la pasaban súper!) Ella se dejó llevar por lo efímero y no solo entregó su corazón a un perfecto desconocido, sino que salió de su casa para unir su vida a la de él.

¿Alguna vez has escuchado ese famoso dicho: “uno nunca termina de conocer a las personas”? Pues, no cabe duda de que el carácter de una persona queda totalmente expuesto cuando de convivencia en pareja se trata, por eso es tan importante saber elegir sabiamente con quien compartiremos nuestra vida, y pasar este punto por alto, le costó muy caro a la chica de nuestra historia. Ella se vio atrapada en una relación altamente tóxica, caracterizada por múltiples abusos en escalada, que se pasearon desde lo emocional y psicológico hasta lo físico. El infierno fue tal que, literalmente, acabó con sus ganas de vivir.

Es impresionante la cantidad de mujeres que a diario son sometidas a algún tipo de maltrato, pero es más impresionante aún cómo en medio del abuso, parecieran olvidar que es en sus propias manos donde está la salida a su situación. Es así como se abre paso a esa lucha interna entre el deseo de supervivencia y el miedo de actuar. Te preguntarás, ¿cómo hacer frente al abuso sin morir el intento?

Cambia tu mentalidad

Por lo general, el primer tipo de abuso en la escala de maltratos es el abuso psicológico y emocional, es decir, aquel que empieza con comentarios y/o actitudes que van dañando tus sentimientos, seguido de las famosas justificaciones, donde el atacante le repite una y otra vez a la víctima que ella misma es la desencadenante de sus palabras y actitudes. Desde frases tan aparentemente inocentes como un: “si no estuvieras gorda, no miraría a otras chicas”; hasta un alarmante: “perdóname, si no me hubieses sacado de quicio, no te hubiese golpeado”, van condicionando a la víctima bien sea a aceptar o a conformarse con su situación, ¿por qué? Porque se va fracturando el autoestima. Es por ello que tu propia mente es el primer territorio que debes conquistar.

Sé que es duro, sé que tienes mucho temor y sé que duele. Pero por muchas malas elecciones que hayas hecho en tu vida, aquel que asegure amarte no debe ni tiene el derecho de hacerte creer y sentir menos de lo que eres. Solo lo podrá hacer si primero tú se lo permites. Si ya se lo has permitido y te encuentras en medio de una relación tóxica, entonces detente, y analízate: ¿por qué le permites a alguien tratarte de una manera que te daña tan profundamente? ¿Piensas que mereces ese trato? Romper con la mentalidad de culpabilidad y justificación del abuso es el primer paso para ser libre del maltrato.

Ármate de valor

En una palabra: Determinación. No basta con sufrir, no basta con querer escapar, es una elección entre la vida y la muerte: o esperas la muerte mientras continúas viviendo sujeta a los abusos de tu pareja, o bien, te las juegas todas por la vida que deseas. Necesitas estar verdaderamente cansada de tu situación, no resignada.

Quien se resigna, deja de nadar contra la corriente y espera lo peor; en cambio, quien se cansa, invierte su último aliento y fuerza en un esfuerzo descomunal por escapar de su realidad, aunque tenga que morir en el intento, simplemente porque su deseo de vida le impide resignarse a morir. Recuerda que no se trata de cualquier cosa, ante el abuso, ¡es tu propia vida la que está en juego!.

Busca ayuda

Desde amigos genuinos, familia, organizaciones o leyes, hay personas que pueden aportarte esa dosis moral y anímica que estás necesitando para dar el paso hacia tu libertad, pero antes debes abandonar todo temor y los prejuicios del qué dirán. Recuerda que se trata de tu vida, y nada ni nadie tiene más valor que la vida misma, por lo tanto, deberás jugarte el todo por el todo.

Es sumamente importante que sepas que no importan los tipos de abusos que hayas sufrido ni el tiempo que llevas viviéndolos. Hoy quiero decirte que NUNCA es demasiado tarde para tomar las riendas de tu vida, aunque en este momento no lo puedas ver. No te mentiré, no es fácil hacerlo, pero no es imposible, solo necesitas deslastrarte por completo del miedo que te paraliza y entender que por más errores que hayas cometido, no naciste para vivir bajo un yugo. Sé que el futuro incierto atemoriza, pero más debería atemorizarte el vivir el resto de tus días condenada a un sufrimiento inmerecido que lo único que hará es crecer. Dios te ha hecho valiosa, y si Él conoce cada lágrima, cada lucha, y perdona cada una de tus fallas, entonces ¿qué te hace creer que no estará contigo al frente de la batalla?

¿Recuerdas a la chica de nuestra historia?, para ella no fue sencillo, pero cuando sus fuerzas se agotaron, empezaron las de Dios. Ella no se rindió y luchó con sus propios miedos, con sus propios paradigmas, y sí, fue doloroso; y sí, la señalaron, pero ella siempre escogió la vida, y la esperanza no avergüenza. Hoy día no solo logró liberarse de aquella fatídica relación, sino que decidió entregar a Dios su corazón y hoy es una chica con un nuevo corazón, restaurado y fortalecido… Para ti también hay esperanza de vida, y está al alcance de una decisión.

¿Qué opinas?

Melina Vélez

Melina Vélez es comunicadora social, presentadora de radio, escritora, productora de Marketing Digital y directora creativa de Mujer Inspírate. Melina es una soñadora imparable, esposa de Ángel Galeano y mamá de Napoleón, su hijo perruno.

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