¿Qué esconden tus lágrimas?

Como mujeres, muchas veces nos convertimos en “un mar de lágrimas” ante ciertos infortunios. Esta expresión evidencia una de las cualidades femeninas más conocidas: la sensibilidad. Cuando esta llega, solemos preguntarnos por qué tenemos que llorar por todo, a lo que seguramente te has respondido cosas como: “soy una llorona”, “siempre he sido melancólica” o “no puedo contener las lágrimas”.

Sea cual fuere el caso, es un hecho que las lágrimas provienen de una emoción –alegría, tristeza, amargura, rabia, entre otras–. Estas surgen al no poder controlar ese sentimiento que experimentamos en un determinado momento.

Generalmente, las lágrimas que derramamos con mayor facilidad son propias del dolor. Ante esto, ¿alguna vez te has preguntado por qué las emociones negativas te dominan?

Si las lágrimas de dolor empañan tu visión de continuo, es necesario que te autoexamines.

Para facilitarte la tarea, te contaré cuáles son algunas de las actitudes que se camuflan en las lágrimas con el fin de que puedas verificar si tu corazón alberga alguna de ellas.

  1. El ensimismamiento. Te ensimismas cuando diriges toda tu atención hacia tus pensamientos y te aíslas de lo que te rodea, llevándote a creer que todo gira en torno a ti, por ti y a través de ti cuando no es así. Si no te despropias de esta actitud, la prepotencia te llevará a la frustración constante.
  2. La victimización. “¡Pobre de mí!” es la reacción más común cuando exteriorizas esta actitud, sin entender que quien se victimiza, encubre su fallas y se vale del menosprecio para encontrar aprobación o aceptación.
  3. La falta de perdón. Es cuando permanece en ti el resentimiento por aquel pasado que te hace vivir en amargura. Aunque quieras simular fortaleza, la soledad vuelve a rozar la herida hasta exponerte débil y vulnerable.
  4. La ausencia de autocontrol. Cuando te falta dominio propio, las emociones afloran para tomar un rumbo desmedido y el crecimiento se detiene porque no existe la reflexión ni la determinación para cambiar.
  5. La melancolía. Se trata de una predisposición a la tristeza en la que el alma necesita ser sanada, restaurada y renovada para poder avanzar. La melancolía ciega el entendimiento al sumirte en la nostalgia del ayer, impidiéndote abrirte a nuevos comienzos.
  6. La inmadurez. Es cuando la mente se niega a la verdad de comprender el porqué de la transformación interna y a la necesidad constante de experimentar el cambio, convirtiendo así tu habilidad en discapacidad. Por esa razón la inmadurez te lleva a mostrarte infantil, incoherente e intolerable.
  7. El chantaje. Se trata de aquellas lágrimas que manipulan y pervierten la conducta para modelar –a tu conveniencia– la actitud de alguien más. Si la detectas a tiempo, entenderás que es una forma de autosaboteo carente de legitimidad.

Solo tú conoces la razón de tus lágrimas. Si estas te conducen a un estado de insatisfacción o son permanentes en cualquier situación para entorpecer tu bienestar, es necesario que te preguntes si estás resistiendo o estás aguantando. Quien aguanta, se encorva. En cambio, quien resiste, se impulsa.

La fortaleza no está en la capacidad de aguantar las cargas, sino en resistir la adversidad y levantarse. Esa clase de fortaleza solo la encuentras en la fe.

No combines las lágrimas nuevas con las viejas. Las viejas siguen en el presente por las heridas del corazón, las nuevas son las espontáneas que brotan por una reacción ante la realidad; si se mezclan, entramos en confusión. De allí es que nuestra vida se detiene en la incongruencia de lo que queremos lograr pero sin entender por qué no lo alcanzamos.

Las lágrimas son creíbles cuando ellas limpian y purifican, no cuando aparentan un sentimiento que bloquea tu avance.

Todo evento circunstancial tiene un inicio y un final. Si se trata de un ciclo de vida que se repite sin ningún beneficio, quiere decir que necesitas confrontarte para dilucidar qué te impide cerrar esa etapa para abrirte paso a través del perdón y crecer.

Cuando te resistes a perdonar, te conviertes en tu propio obstáculo para sanar y una persona que no está sana, no puede crecer.

De ahora en adelante, es importante que seas intencional a la hora de identificar lo que nubla tu enfoque cuando las lágrimas broten. Estas te indicarán cómo estás por dentro. Tan sólo, sincérate contigo misma y enséñale a tu corazón que amarse también es crecer.

#MujerInspírate

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Ruth Figueroa

Profesora universitaria y locutora. Trabaja como asesora académica y metodológica en proyectos de investigación. Ama las letras, la música y el arte. Está decidida a vivir siendo más y su pasión es escribir para inspirar a otros.

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