Pasa la página

Eso de conservar fotografías que nos hinchan los ojos de tanto llorar, no es muy común en el álbum de nuestros recuerdos; pero si las tienes, mírate en ellas –más allá del dolor que te ocasionan– y repítete: “¿Sabes qué? Esto también pasará… te presentaré luego mi nueva historia” y ¡pasa la página!

“Pasa la página” es una expresión que generalmente usamos los latinos con acentuada entonación cuando ya estamos agotados de lo quisquillosa que una persona puede llegar a ser en una determinada situación que se repite una y otra vez.

Al emplearla en este artículo, mi intención no es que te imagines dicha expresión con tal entonación, más bien deseo que la tomes literal. Quiero decirte que comprendo que llores y lamentes aquello que te sucedió; créeme, no puedo imaginar lo mucho que puede doler porque cada una vive sus experiencias de forma única; así que ¿cómo comparar? Está bien, llora todo lo que necesites, es más, seguro has escuchado eso de subir a una montaña y  gritar con todas tus fuerzas o hacerlo en una almohada. ¡Hazlo!, te eso ayudará a desahogarte; pero eso sí, nunca te grites por dentro.

A puertas cerradas –dentro de ti– no necesitas gritarte, sino escucharte.

Sí, que se escuche por dentro, y en cada rincón de ti, lo cansada que estás de ese recuerdo amargo que trae el tormentoso pasado. Si deseas gritar, grítale al mundo: “¡ya basta de estar en derrota!” y deshazte de tu peor enemigo: el ego; uno que te da razones de insatisfacción y frustración.

Es momento de soltar intencionalmente; de abandonar cada día el dolor de lo que te hicieron o dejaron de hacer, de lo que hiciste o dejaste de hacer. ¿Te insultaron?, ¿no te creyeron?, ¿te criticaron?, ¿no te escucharon?, ¿se burlaron de ti?, ¿te dieron la espalda?, ¿sufres la infidelidad y la traición?, ¿lloras el rechazo?, ¿te dieron la peor de las interpretaciones cuando pensaste que te conocían?, ¿dejaron de hablarte?, ¿están en enemistad contigo?, ¿fuiste imprudente y también te equivocaste? Sé que duele horrores, pero ¡qué vale ya! Al fin y al cabo, mírate, sigues siendo tú, con tus fortalezas y mejor aún, ya estás trabajando en tus debilidades. Así que emprende hoy con la pasión de tu nobleza, sensibilidad y determinación, el camino del reconocer aprender y construir.

Respira una vez más, decide cerrar tus ojos al pasado y visualiza el presente

El presente es aquello que dice  “¡Hey! Ya amaneció; ¡levántate!, porque hoy es un nuevo día. Hoy tienes una nueva oportunidad de tomar un rumbo diferente”. El presente es el ahora del momento preciso para seguir de pie y al frente; es el amanecer de un día con nombre diferente.

El tiempo avanza en días y años, así que no tienes derecho de quedarte atrás, con el alma padeciendo y resintiendo por lo que ya pasó y no puedes cambiar. ¡Despierta, por favor! Eres más de lo que un momento entorpeció; tan solo fíjate en que cada día inicia con la claridad y el resplandor de un sol que Dios ha creado para ti y te dice: “se acabó la oscuridad, el ayer ya pasó”.

Comienza a apreciar todo lo bueno que eres y posees. Observa la naturaleza con detalle, suspira si la brisa acaricia tu rostro, lee un buen libro, escucha buena música, canta, baila, haz ejercicios, tómate una taza de café o chocolate caliente, medita, pinta, dibuja, ama a tu familia y sobre todo, valora el amor de quienes se quedaron para acompañarte incondicionalmente en tus días de luz tenue. ¡Ah!, ni hablar de aquella persona que, sin conocerte y sin tú decir nada, te atrapó y abrazó en pleno vacío de tu vida. En fin, ¡sé agradecida y valora lo que tienes en vez de lamentarte por lo que perdiste!

Ahora es tiempo de empezar a trabajar. El lugar de ardua labor será tu mente; la meta es perdonar todos los días. Recuerda que cada quien camina conforme a sus decisiones, así que vive, esfuérzate y progresa limpiamente, porque si aún tienes esperanza es porque has creído en la promesa de quien sostiene el plan de tu vida.

Insta a tu alma a que deje la incredulidad de lado. Enséñale a que deje de ser intolerante consigo misma y mejor recuérdale que tiene un destino, uno que no está definido por las circunstancias adversas ni por los tropiezos, sino por la próspera pronunciación de tu perdón, de tu oración, de tu canción de gratitud, de tu humildad, de tu vivaz sueño y de tu firmeza para nunca más mirar hacia atrás.

Mujer, nadie puede señalarte a menos que tú se lo permitas; ninguno puede pisotear tu identidad. También es importante que no hables mal de nadie si has decidido sanar y no tomes en cuenta la actitud de quien todavía te mira a través del error. No te estanques en aquello que pasó, pues ¡ya pasó! Decide hoy romper con tu propio lamento. ¡Sé libre!, que lo mejor toca a tu puerta para mostrarte que puedes reír de bondad y verdad.

Pasa la página y escribe hoy un nuevo capítulo de tu vida para vivirlo en amor, paz y en fe. Créeme, aún no es tarde; todavía tienes tiempo de hacerlo. Comienza hoy, que lo único que no envejece es la memoria.

#MujerInspírate

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Ruth Figueroa

Profesora universitaria y locutora. Trabaja como asesora académica y metodológica en proyectos de investigación. Ama las letras, la música y el arte. Está decidida a vivir siendo más y su pasión es escribir para inspirar a otros.

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