¡No te aferres! Aprende a renunciar a lo que te hace daño

Desde Mujer Inspírate siempre hemos impulsado un mensaje de ánimo, determinación y esperanza ante la adversidad para seguir luchando por lo que merecemos y por todo lo que Dios ha diseñado para nosotras. Sin embargo, muchas veces cometemos el error de aferramos a batallas que desde un principio han estado perdidas; así es como te desgastas poco a poco en cuerpo, mente, alma y espíritu, cegada ante una realidad que te impide avanzar hacia un mejor futuro. Me refiero a la incapacidad de saber cuándo es el momento de renunciar.

Esa incapacidad de renunciar a algo o a alguien puede manifestarse en medio de cualquier circunstancia o área de nuestras vidas, pero hoy me enfocaré específicamente en los estragos que aferrarse implica para la salud mental y espiritual.

Hace un par de días me encontré con una amiga a la que no veía desde hace cinco años. Desde que nos conocimos, fueron muchas nuestras conversaciones en torno a su pareja; alguien con quien sostenía una relación tóxica que se esforzaba sobrehumanamente por sacar a flote y que, además de hacerle daño física, mental y emocionalmente a ella y a su hija preadolescente, no la dejaba avanzar.

Cuando la vi nuevamente me comentó cuán cansada estaba de su trabajo, hasta el punto de meditar en renunciar –por su paz mental– para apoyarse financieramente en su novio. En ese momento mencionó el nombre de su pareja y ahí supe que, cinco años después, ella seguía estando en el mismo lugar frío y oscuro del que tanto la animé a salir.

Al día siguiente volvimos a hablar. Cuando la vi, lucía descuidada y dispersa; entonces me confesó:

¿Recuerdas lo que te dije ayer que haría con respecto a mi trabajo?
Sí, claro. Asentí.
Bueno, ayer se lo comenté (a su pareja). Hoy, al llegar a casa, me di cuenta que había recogido sus cosas y sin más, se fue. Simplemente me dejó. Respondió.
Amiga, ¡de verdad lo siento!, pero sabes bien lo que pienso y siempre te lo he dicho, ese chico nunca te sumó y siempre te restó; ganas más con él fuera de tu vida. Le dije.
Tienes razón, insistió.  Pero después de tanto tiempo y tantas cosas, ¿cómo no luchar por esto? Así como soy y a mi edad (39), dime tú, ¿quién más va a estar conmigo?

Luego de esas palabras, experimenté un cóctel de emociones que me agitó el estómago. Me sentí afligida por ella, molesta por el nuevo nivel de patanería que había alcanzado aquél hombre y feliz por el favor que le hizo al dejarla. Pero, sobre todo, sentí una profunda tristeza que me desarmó el corazón ante su situación. A ella parece no importarle mucho cuánto daño le hizo, cuántas decepciones dejó en su corazón y heridas en su piel, cuánto rechazo dejó en su mente o que cinco años después –y con un par de arrugas demás– siguiera donde mismo, con una hija adolescente que ahora tiene como mejor referencia de un padre y pareja a un completo patán.

Quizás la mayoría tilde a mi amiga como una mujer tonta, pero yo jamás lo haría. Sus actitudes no son reflejo de su capacidad mental, sino de la extrema necesidad de su alma. Son esas carencias emocionales –y espirituales– las que nos impiden renunciar cuando es necesario hacerlo.

Nos aferramos a batallas perdidas para no encontrarnos cara a cara con nuestra verdadera ausencia y necesidad. Así mantenemos ocupados esos espacios de nuestro corazón que duelen cuando están vacíos.

Si estás viviendo una situación similar a esta, hoy quiero brindarte algunas buenas razones para renunciar a eso que te aferras y tanto mal te hace:

  1. Si no puedes renunciar por ti misma a lo que sabes que te hace daño, hazlo entonces por quienes te aman y te rodean. Solo mira a tu alrededor; hay amigos, familiares, colegas, gente que te ama y que sufre por ver cómo voluntariamente te sometes a un infierno cuando puedes –y mereces– vivir mejor.
  2. Si no puedes renunciar por ti misma a lo que te lastima, hazlo por quienes dependen de ti. Al tener hijos, debes entender que aunque sigas siendo humana y cometiendo errores, ahora hay alguien que viene detrás de ti, siguiendo tus pasos y para quien representas su modelo de vida. Si ya no esperas algo mejor de lo que tienes o vives para ti, no cometas el gran error de transmitirle ese patrón de vida a tus hijos por medio de tus actitudes y decisiones, ¿o es que acaso deseas para ellos lo que tú vives hoy?
  3. Si no puedes renunciar por ti misma a lo que te hiere, entonces disponte a renunciar a ti. Sí, sé que es confuso. Me refiero a que no se puede ayudar a una persona que no está dispuesta a ayudarse a sí misma; tampoco alguien puede cambiar si primero no siente la necesidad de hacerlo. Así es como te conviertes en tu principal enemiga, por lo que tu primera batalla no es contra lo que te hace daño, sino contigo misma.

Si sientes que ya estás astillada o remendada, entonces renuncia a ti y a tu forma de ver o sobrellevar las cosas.

Disponte a romperte por completo, ¡pero no en manos de quien te destruye o desecha!, sino en los brazos de Dios, quien se vale de tus debilidades para darte una nueva forma y perspectiva a fin de mostrarte lo que en realidad mereces, tu verdadero destino y valor. Solo así encontrarás la fuerza que necesitas para sacar a relucir lo mejor de ti y avanzar –sin lastres– hacia un mejor futuro.

#MujerInspírate

¿Qué opinas?

Andrea Colina

Comunicadora Social/Periodista. Escribo, luego existo. Amante del buen cine y de los retrogames. Creativa por gracia multiforme.
JESÚS: mi verdad absoluta.

You May Also Like

mujer joven baila mientras sonríe mirando al cielo - quiero bailar con Dios

Quiero bailar con Dios

mujer con las manos sobre su pecho - cómo sanar a tu niño interior

Carta abierta: Cómo sanar a tu niño interior

¿Cómo mantener el bienestar emocional en tiempos difíciles?

Mujer envidiosa cómo saber si sientes envidia combátela en 4 pasos

¿Cómo saber si sientes envidia? Combátela en 4 pasos

error: Content is protected !!