Mujer, ¡eres digna! 5 principios que lo demuestran

Muchos confunden la sencillez con la alegría de agradarles a la mayoría y sí, la sencillez fluye en la empatía, pero no se esconde tras apariencias.

Si la sencillez solo fuese cuestión de simpatía, la dignidad simularía a la verdad.

Comienzo hablando de la sencillez porque el fundamento de la dignidad está en la verdad, uno de los mayores desafíos del hombre y la mujer de hoy.

Como mujeres, hemos superado tantos obstáculos impuestos por la sociedad que renovar nuestra mente diariamente en la verdad se ha convertido en uno de los requisitos indispensables para cumplir nuestro propósito. Pero, ¿cómo hacerlo? Eso te lo responderé a través de estos cinco principios:

1. Eres digna cuando tu corazón está limpio

Entiende algo: la pureza no concierne propiamente a la niñez, tampoco es un tema exclusivo de la religión y mucho menos es cuestión de «señoritas»; se trata más bien de tu forma de vivir.

La pureza es un estilo de vida, así de sencillo.

La conciencia limpia se ve reflejada en una personalidad digna cuando no temes hablar con la verdad, cuando rectificas cada mentira o error, cuando no te prestas para hacer lo indebido, cuando tu trato hacia los demás es sin altanería, engaños o envidia y cuando tus acciones no atropellan ni deshonran a nadie.

2. Eres digna cuando examinas el contenido de tu mente con base en tu esencia

La esencia es la sustancia del ser tal como la sangre lo es para el cuerpo. De allí es que la honra de nuestros pensamientos destaca nuestras cualidades y capacidad de ser amables, creativas, prudentes, talentosas, constantes, de personalidad única y con una misión de vida marcada por el servicio a los demás.

Ahora bien, hay fundamentos que el corazón llega a experimentar, aprender y consolidar solo por medio de una transformación genuina.

Por esa razón, la esencia no puede basarse solo en los valores.

Revisa qué mensajes alimentan tu mente diariamente y qué actitudes asumes con facilidad. De esta manera, sabrás si estás cultivando y dejando fluir lo que habita en tu interior dignamente.

3. Eres digna tanto en lo poco como en lo mucho

¡Cuánto se mide nuestro carácter en esos momentos de escasez y/o abundancia! Estos me han enseñado que si mi gratitud no es honesta en los momentos donde hay poco, entonces no soy digna de las muchas bendiciones que recibo.

Y es que, ¿cómo podrían alcanzarte las bendiciones con una constante actitud de queja, molestia, inconformidad u obstinación?

Sé que se lee duro, pero –en ocasiones– así es la verdad: transparente y determinante para conmovernos hasta despertar la conciencia.

Sin importar cuáles sean tus circunstancias, recuerda siempre ser agradecida porque tu dignidad no la mide lo poco o lo mucho que puedas tener.

4. Tu trabajo te dignifica

Todo lo que haces con alegría, amor, buena voluntad, perseverancia, diligencia, manos dispuestas y dedicadas, tiene su recompensa y te añade un gran valor.

La dignidad también se encuentra en la paciencia y el trabajo constante.

Si tienes un sueño, no desistas prontamente. Mejor préstale atención e insiste en la preparación. Si no tienes los medios para alcanzarlo, ubica principalmente la fuente que lo nutre y emprende en las capacidades, estrategias y enlaces. Así verás que con esfuerzo y buen ánimo irás construyendo lo que tanto anhelas.

5. Eres digna cuando te tratas conforme a quien eres y no conforme a tus circunstancias

Mirarte al espejo con la certeza de que estás haciendo las cosas bien, sin importar tu condición, demuestra la paz que albergas en tu corazón.

Sin embargo, poco nos ocupamos de tomar lo bueno de nuestro reflejo. De allí que la deshidratación del alma traiga consigo apatías y depresiones; enemigas que ciegan, ensordecen y maltratan con pensamientos que te gritan cosas como: “no puedo”, “no nací para esto”, “no merezco nada bueno”, “no soy suficiente”, “no sirvo para esto”, “jamás lo lograré”, “esto nunca será para mí”…

Ten sumo cuidado con la duda. Es fatalizadora y muy destructiva.

Si ese tipo de pensamientos negativos te invaden con frecuencia, necesitas descubrir las razones por las cuales no te sientes digna.

Responsabilizarte por ti misma, asumir –aún con poca voluntad– cada proceso de cambio y meditar diariamente en tus actitudes y acciones te ayudará a ser consciente de tu situación y por ende, a salir de ella.

El valor viene con la disposición, así que orar por fortaleza te hará reconocer tu condición y te guiará a tomar decisiones acertadas.

Cuando te responsabilizas por ti misma dejas las excusas a un lado, renuncias a los malos hábitos y costumbres, dejas de culpar a los demás por lo que vives y trabajas duro por aquello que deseas ser.

Al tratarte dignamente, dejan de ser cosas imposibles para ti el amar y ser amada, dar y recibir, soñar y cumplir, trabajar y avanzar…

Seamos reales y honestas primero con nosotras mismas. Seamos dignas viéndonos y viviendo como mujeres reales.

#MujerInspírate

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Ruth Figueroa

Profesora universitaria y locutora. Trabaja como asesora académica y metodológica en proyectos de investigación. Ama las letras, la música y el arte. Está decidida a vivir siendo más y su pasión es escribir para inspirar a otros.

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