Me necesito así, el poder de aceptarme

«Me necesito así»: el poder de aceptarme

“Me necesito así” es una expresión propia que aprendí a guardar en los bolsillos y a llevar conmigo a todas partes. La adopté para hacerme la vida más «llevadera» y recordarme el poder de aceptarme en medio de cualquier circunstancia, por buena o menos agradable que se presente.

Así, entonces, de tanto caer, llorar, perder, insistir, pelear, abandonar, crucificar a los demás y crucificarme… De tantos “ires y venires” en medio de situaciones que vemos como paralizantes y/o amenazantes, esta frase se convirtió en una especie de mantra personal. Por eso la abrazo en momentos donde los silencios parecieran ser eternos, donde no hay respuestas y no encuentro una lámpara mágica que me saque del apuro.

“Me necesito así” aplica para momentos de la vida en confinamientos preventivos, para cuarentenas opcionales, para relaciones fallidas y sueños en pausa. Para hacer catarsis. También aplica para todo aquello que de repente nos desacomoda y nos llena de pánico, o para aquello que nos golpea bajo y nos hace creer que hemos perdido la batalla.

El poder de aceptarme como soy, con altos y bajos

Cuando digo “me necesito así”, me refiero a que así quiero verme, en medio de la intención genuina de salir intacta después de equivocarme o con la fe de la reivindicación tras levantarme una y otra vez.

Sin maquillaje, sin pretensiones de agradarle a todo el mundo  por mi personalidad y mi carácter, mis lados más queridos o menos favorecidos. Con el cuarto a medio hacer y mil pendientes por cumplir… Así quiero verme.

Y, ¿quién dijo que está mal salirnos de los esquemas? Nos acostumbramos a las perfecciones, a los cuerpos marcados que nos muestra la pantalla, al praimer, al gloss y a presumirnos de “mujeres invencibles” cuando aún nos secamos los ojos chiquiticos por tanto llorar.

¿Quién dijo que está mal que los sueños se tarden un poco en cumplirse?, que cambiemos de ideales, de caminos, de carrera y de pareja…

No nos vengan a decir que la plenitud está atada proporcionalmente a una vida estática, rígida y sin variaciones. A los ascensos, a la redondez de las nalgas o a las conquistas cumplidas de manera serena o forzosa.

No nos vengan a decir que a la tierra prometida se llega sin sudor en la frente y con el ego intacto.

Los exorcismos son necesarios y también que, en ocasiones, se estropeen los cristales para conocernos y entender que la valentía no llega sola ni deambula por ahí, precipitada y sin afanes.

Me necesito también en las zonas rosas

Sin embargo, el ejercicio de reconocernos —no solo en momentos desafiantes o de caos— nos da más identidad; también necesitamos vernos en nuestras zonas rosas, de absoluta plenitud y merecimiento, en esas zonas de absoluto confort con la vida.

Por ello, NOS NECESITAMOS siendo felices, con más aceptación y menos resignación; sea como novias y esposas queridas o siendo solteras, dichosas por decisión. Como empleadas enamoradas de sus trabajos, con sueldos dignos y merecidos o como empresarias independientes, aguerridas y exitosas. Como mamás orgullosas y amigas sinceras, alejadas de hipocresías.

Nos necesitamos con la frente en alto y las risas escandalosas; esas que deja la victoria, el amor y todo aquello que proporciona felicidad.

Nos necesitamos en nuestros múltiples escenarios

Vale la pena aprender a vernos desde los tonos grises, los puntos blandos y las dualidades para así esperar con mayor entusiasmo el arcoíris. No digo que hay que buscarse las crisis y la desolación; más alejada de eso no puedo estar. Pero sí nos merecemos en todos los escenarios más actos de amor, de aceptación y conocimiento hacia nosotras mismas.

Yo insisto siempre en la necesidad de aprender a contemplar la rudeza de los desiertos porque, claramente, todo pasa; pero de ello queda la fuerza y la sensatez.

Desacomodarnos no siempre está mal. El rompecabezas a medio armar no define lo que somos; las piezas maltrechas o desencajadas también hacen parte de la composición y, con todo y eso, deberíamos poder decirnos “me necesito así”, sin reproches.

La pérdida de la perspectiva ocasional no nos hace imperfectas, por más que las sociedades tradicionalistas nos quieran vender personas con conductas intachables.

Nos necesitamos hechas nudos en la garganta y también como suaves pompas de jabón… No sé tú, pero hoy decido apelar a la sensatez y sentirme bien con ello. Más allá de los prejuicios o del qué dirán, ya no temo aceptarme ni alegar que también “me necesito así”.

#MujerInspírate

 

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Diana Mile Saldarriaga

Periodista. Comunicadora Social. Se dedica a la investigación y realización de contenidos periodísticos y formatos de entretenimiento para televisión. Cree en las mujeres auténticas, sin fachadas, las de los aciertos y las torpezas, las del perdón propio. Le apasiona comprar libros, leerlos, releerlos y pintarlos con lápices de colores.

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