¿Lo mejor es lo que pasa?

¿Cuántas veces hemos escuchado esta frase? → «Lo mejor es lo que pasa»… Quizás se la dijimos a alguna amiga para animarla cuando las cosas no resultaron como esperaba. Tal vez sucedió al contrario y alguien más nos la dijo en un momento de desánimo; o bien, puede que sea una frase que nosotras mismas nos repetimos a diario, como si de tomar un analgésico natural se tratara, en un intento desesperado por recordarnos que esa situación que vivimos, también pasará.

Y es que por duro que sea el proceso, el desánimo, el desaliento o la decepción… esa es una realidad irrefutable: ¡todo pasa! Sin embargo, hoy deseo hablarte sobre el uso que solemos hacer de esta típica frase, dado que no siempre la empleamos de la manera en que deberíamos.

Excusa camuflada

En ocasiones, un «lo mejor es lo que pasa» sube a nuestros labios cuando enfrentamos las consecuencias de un error que, en el fondo, nos cuesta admitir. Así, solemos emplear esta frase no solo con compañeros, familiares o amigos, sino que nos la repetimos a nosotras mismas con ese sin sabor característico de algo que nos cuesta digerir.

Amiga, si tomaste malas decisiones que derivaron en consecuencias negativas, lo mejor es sincerarte, admitirlo y hacer las paces contigo misma a fin de poder continuar con tu vida, entendiendo que aunque hoy sufras las consecuencias de tus actos, eres un ser imperfecto con licencia para fallar, y no por eso dejarás de vivir.

En estos casos, no deberías excusarte tras esta frase porque no es sano, además, lo único que lograrás con ello es evadir tus responsabilidad en el asunto y retrasar el proceso de aceptación y sanidad emocional.

Entonces… ¿Qué hacer?

El mejor antídoto ante las consecuencias de nuestros errores, es aceptarlos con la frente en alto, reconociendo que de haber actuado de forma diferente, realmente hubiese ocurrido algo mejor de lo que fue.

Eso sí, no lo hagas como una forma de autocastigo, sino como una forma de aceptar esa humilde lección de madurez que la vida te deja tras cada error cometido.

Intento de autoengaño

Otra forma de emplear esta trillada frase es como un remedio almático para aliviar el desencanto o dolor que sentimos ante una situación sobre la que no tuvimos control alguno. El problema se da cuando nos repetimos esta afirmación con el objetivo de convencernos de que lo mejor es lo que vivimos, aunque el fondo no lo creamos.

Ahora bien, si por más esfuerzo que pusiste en hacer tu parte para evitar el desenlace que hoy vives, todo se fue a pique; entonces ¡aprende a tener paz! No te culpes por errores que no cometiste, tampoco te adjudiques cargas producto de las malas decisiones de otros, ¿sabes por qué?, porque hay cosas que aún, actuando correctamente, simplemente se salen de tu control, o bien, necesitan del empeño de más de una de las partes involucradas para influir en el desenlace.

Entonces… ¿Qué hacer?

«Pero, ¿cómo tener paz?», te preguntarás… ¡Simple! Entendiendo que Dios es testigo de que hiciste todo lo que humanamente estaba a tu alcance y que, aunque hayas cosas que no puedes controlar, de su control soberano y absoluto ¡sí que no se escapa nada! En pocas palabras, pon tu confianza en Dios, en su perfecta voluntad, y descansa en el hecho que cumpliste con tu responsabilidad en el asunto, porque, amiga, es en estos casos cuando esta frase toma su fuerza y veracidad.

Para quienes le amamos, Dios ha prometido que TODO sucede por nuestro bien. Así que alégrate, porque aunque no entiendas nada de lo que vives hoy, Dios sí lo hace, y aunque parezca imposible, Él sacará lo mejor de ti de esa situación. ☺

#MujerInspírate

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Melina Vélez

Melina Vélez es comunicadora social, presentadora de radio, escritora, productora de Marketing Digital y directora creativa de Mujer Inspírate. Melina es una soñadora imparable, esposa de Ángel Galeano y mamá de Napoleón, su hijo perruno.

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