Eva: De la gloria al deshonor
Nos encanta exaltar el valor de la mujer y su rol, más aún cuando lo hacemos a la luz de la palabra de Dios; es por eso que en Mujer Inspírate estaremos publicando una serie especial de artículos de opinión, escritos por nuestro amigo Benjamín Parra, quien es contribuyente actual del blog de opinión de CVCLAVOZ, y además estará como invitado especial en nuestro radio show durante el mes marzo. Esta serie te paseará por la historia de diversas mujeres de la biblia, y te llevará a meditar en el diseño que Dios ha establecido para nosotras. ¡Ahora sí!, te dejamos con la primera entrega de esta serie de post:
Eva: De la gloria al deshonor
Creo que hay algunas cuestiones de vital importancia que no han sido atendidas por los estudiosos de la Biblia, en su abrumadora mayoría hombres, respecto de la mujer. Se ha escrito mucho sobre la mujer pero muy poco se ha cuestionado la predominancia de la óptica masculina. Hay una enormidad de hechos acontecidos en el relato bíblico sobre la mujer que nunca –al menos en forma rotunda y masiva– han sido explicados y que hubieran contribuido una comprensión más equilibrada.
¿Por qué no vemos que cuando Dios dijo “no es bueno que el hombre esté solo”, lo que hizo inmediatamente no fue a la mujer sino los animales del campo? ¿Por qué se tomaría Dios tanto trabajo para resolver un asunto que le era evidente desde antes de crear nada, esto es, que el hombre se sentiría solo a pesar de todas las tareas asignadas, la extraordinaria belleza del jardín y de la compañía inigualable del mismo Creador todo el tiempo? ¿No será que quería que el hombre entendiera que la mujer sería algo mucho más importante que ayuda y compañía?
¿Por qué no vemos que cuando Dios imparte las instrucciones sobre el árbol de la ciencia del bien y del mal, la mujer no había sido creada aún, y que por lo tanto, le correspondía a su compañero ayudarle a entender más cabalmente cómo era aquel asunto y no dejarla vulnerable ante la tentación? ¿Por qué no nos preguntamos qué estaba haciendo y dónde estaba el hombre cuando la mujer queda expuesta a una influencia para la cual debía estar excelentemente preparada?
¿Por qué no vemos que la primera consecuencia evidente de la desobediencia humana fue la separación entre el hombre y la mujer simbolizada en los delantales de hojas de higuera? ¿Por qué no nos preguntamos qué derecho se atribuyó Adán para cambiar el nombre de su mujer, a la que previamente había llamado ishah (igual y diferente) por el de Eva (madre de los vivientes o más claro, la madre de mis hijos)? A mayor abundamiento, ¿por qué no vemos que a los ojos del creador ellos no eran Adán y Eva, sino que para Él, ambos eran Adam? ¿No arroja ese pasaje una enorme luz sobre el hecho que Dios no ve diferencia cualitativa alguna entre hombre y mujer?
¿No hubieran aportado entonces los creyentes más verdad sobre el tema del hombre y la mujer a las culturas por venir?
Escrito por Benjamín Parra. Publicista, chileno (1953). Contribuye habitualmente con el blog de Opinión de CVCLAVOZ.
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