El valor de las «súper mamás»

Les cuento que este fin de semana fue muy diferente para mí y a lo acostumbrado en mi hogar, porque me dejaron encargada de cuidar por varios días a mi hermoso sobrino, Gabriel. Quizás muchas personas pensarán que quedarse con un bebé de dos años y medio es una tarea fácil, pero no es así. Por eso quise tomarme el tiempo para dedicar este artículo a todas esas mujeres que tienen en sus manos el gran trabajo de ser madres.

Creo que todas las mujeres que aún no hemos tenido hijos, deberíamos practicar y cuidar a algún niño de la familia para así experimentar –y valorar– lo que implica estar en los zapatos de una madre en su día a día.

En primer lugar, en mi hogar nunca había dormido ningún bebe sin su mamá, pero esta vez fue así, y ese lindo ser vino e invadió cada espacio de nuestra casa.

maternity rachel

Ante esto, quiero compartir algunas de las cosas que este pequeño me enseñó en tan pocos días, porque además de la felicidad y caos que trae un bebé al hogar, estos también traen consigo grandes enseñanzas, de las cuales quiero destacar las siguientes:

  1. Mueres a ti misma: siempre estamos enfocadas en nuestras propias necesidades, olvidándonos de los demás, pensando en nuestra propia felicidad y bienestar. Pero este pequeño me mostró que la vida no se trata solo de mí y de mi felicidad; pues, en un par de días me vi entregándome en alma, corazón y vida a sus necesidades.
  2. Entiendes el verdadero significado de la paciencia: siempre queremos que las cosas sean inmediatas y deseamos controlarlo todo, inclusive, a las personas; pero este pequeño también me enseñó cada noche, al dormir y al comer, que todo tiene su tiempo y que no se dormiría ni comería solo porque yo se lo dijera, sino cuando él estuviera dispuesto a hacerlo. Esto me retó a ser más paciente y menos controladora.
  3. Aprendes a amar incondicionalmente: Cuando tienes que cambiar pañales más de 18 veces, levantarte a las 5:30 o 4:30 de la mañana porque una vocecita te dice: “Tete”, Tete”; levantarte a buscar una pupa que se perdió entre las cobijas y hacerlo con amor –a pesar de que estás caída del sueño y del deseo de quedarte en la cama–, eso solo lo logra el amor incondicional. (Y enfatizo: esto fue tan solo por un par de días).
  4. Aprendes a ser descomplicada: Somos obsesivas con la limpieza y el orden, o por lo menos, en mi caso, no puedo ver un plato sucio, pero este fin de semana entendí que el mundo no se cae si tengo uno que otro plato sin lavar o si nada está en su lugar. Soporté los 200 carritos y las pistas de sus carros, los juguetes por donde quiera en mi casa y confieso que me sentí feliz.
  5. Aprendes a hacer pausas en tu agitada vida: Lo haces simple y sencillamente para dar un abrazo, para jugar, para entretener y divertirte, para ver muñequitos animados, para arrullarlo en tus brazos, para darle de comer y para contemplarlo y ver lo hermoso que es.

sweet motherhood

En conclusión, no voy a negar que me agoté, me frustré, hasta pensé que tener hijos no era para mí (ja, ja, ja); que los hijos cambiarían por completo nuestra vida, que las noches de sueño ya no serían lo mismo, que las preocupaciones serían más que las de ahora y mil cosas más. Pero al mismo tiempo pienso en esos besos, en el beso que me dio en la pierna mientras le cocinaba algo, en esos abrazos que me llenaron el corazón de amor, en ese calorcito que sentí al dormir a su lado, en esas sonrisas llenas de complicidad, en esas miradas expresando agradecimiento, en esos abrazos al prepararle su baño y en esos besitos “naricita con naricita” en momentos inesperados.

maternity love

Todas esas cosas –y más– hacen que admire y entienda la razón por la cual las madres son seres tan especiales en el mundo. Es más, creo que el trabajo más importante que existe en el planeta tierra es el de ser madres. Es por eso que dedico este artículo, desde lo más profundo de mi corazón, a esas madres que lo entregan todo por sus hijos de manera abnegada, y doy gracias a mi sobrino por enseñarme tantas cosas valiosas de la vida sin siquiera haber estado consciente de ello.

#MujerInspírate

 

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Melina Vélez

Melina Vélez es comunicadora social, presentadora de radio, escritora, productora de Marketing Digital y directora creativa de Mujer Inspírate. Melina es una soñadora imparable, esposa de Ángel Galeano y mamá de Napoleón, su hijo perruno.

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