El lado positivo de cometer errores
¡Qué sensación más amarga es la de la culpa tras la falta! Cometer errores es algo de lo que nadie escapa y cuando nos pasa, suele ser un trago amargo. Sin embargo, equivocarse no es del todo malo y a cada error, de una u otra forma, se le puede sacar partida.
Claro, a nadie le gusta equivocarse y solemos cuestionarnos terriblemente cuando lo hacemos; es algo que nos hace sentir incómodas, nos genera dolor y/o vergüenza. “Entonces, ¿cómo podría salir algo bueno de un error?”, te preguntarás en este momento.
Si algo he constatado es que, de los errores, también se aprende —no exenta de sus consecuencias, claro está—; Por lo que, de una u otra manera, terminan siendo de beneficio para una. Todo depende de cómo los asumas.
Ahora bien, ¿cuántas veces nos encontramos culpando a los demás por algo que es única y exclusivamente nuestra responsabilidad? Por ello, antes de aprender de tus metidas de pata, hay algo que necesitas identificar:
¿Qué hay detrás de un error?
- Ingenuidad. Seguramente la falta de experiencia en un asunto conlleva a no imaginar los efectos negativos, al igual que el carecer de astucia —algo a lo que muchos se refieren como “tener malicia”—. Creer que nada podría salir mal ha frustrado más de una vez una tarea o meta propuesta.
- Ignorancia. Acá la irresponsabilidad está en no preguntar ni investigar bien todo lo que implica eso que deseamos hacer; tal desconocimiento genera más de un tropezón y es una fórmula segura para cometer errores.
- Terquedad. No escuchar ni considerar otras perspectivas distintas a la nuestra es algo que ciega el entendimiento. La autosuficiencia tras el deseo de “tener la razón siempre” propicia acciones erráticas sin límites.
- Confusión. Quién se confunde es porque no entiende y quién no entiende es porque posiblemente no esté prestando atención o no se ha asesorado bien. Por ello es importante ser sinceras y estar bien claras antes de actuar, a fin de poder tomar decisiones asertivas.
Pero cometer errores también tiene su lado bueno…
Nos muestra lo que somos
A veces creemos que, solo por tener la competencia y/o capacidad, podemos hacer algo y no, no siempre es así.
Estropear las cosas es, en ocasiones, lo único que necesitamos para darnos cuenta de qué anda mal en nosotras o de aquello que deberíamos cambiar.
La invitación es a ser tolerante y sincera contigo misma a la hora de evaluar la razón de cometer errores. Pregúntate: ¿se debió a la ingenuidad?, ¿ocurrió por ignorancia, por terquedad o por confusión de tu parte?… La respuesta que obtengas nos lleva al siguiente punto:
Nos brinda la oportunidad de mejorar
El miedo al fracaso tiende a paralizar. En cambio, cuando logras identificar qué hiciste mal, entiendes que ese error te enseñó una nueva manera de no hacer las cosas.
Está comprobado que el ensayo y error forma parte de cómo se desarrolla nuestro cerebro y nuestras habilidades; por ende, cometer errores forma parte del crecimiento y madurez (claro, siempre y cuando acates la lección).
Cometer errores nos mantiene humildes
Reconocer tus faltas y saber que, a lo largo de la vida, nunca estarás exenta de volver a equivocarte le cierra las puertas al egocentrismo y a la autosuficiencia, pues te hace una persona más humilde y centrada.
Como dicen por ahí: “errar es de humanos, pero rectificar es de sabios”.
Ante la vergüenza del error, no temas identificarte a la luz de la verdad. Hacerlo te hará más conscientes para seguir adelante con éxito y, si lo haces bien, seguro mirarás luego hacia atrás y te reirás de todo.
Te deseo la mejor de las pláticas contigo misma.
#MujerInspírate
