Dile adiós a la presión de los 30 y empieza a vivir a tu propio ritmo

Hablemos de los 30, ese peculiar numerito que apenas nos aproximamos a alcanzar en edad, pareciera encender las alarmas, activar un contrarreloj en nuestras vidas y traer consigo la ansiedad y frustración de no haber alcanzado aún la vida que se suponía, debíamos tener para el momento.

Sí, quizás no seas, tengas o hagas lo que tenías planificado desde hace años para este momento, pero eso no es razón para dejar de esforzarte, creer o negociar lo que anhelas –y mereces–, ¿sabes por qué?, porque nadie vive al mismo ritmo.

Imagina que estás en plena carrera. Mientras corres, puedes mirar a los lados y ver a otros participantes muy cerca de ti porque avanzan a un ritmo similar al tuyo, pero si miras hacia adelante, verás a otros que te aventajaron. En cambio, si miras hacia atrás, verás a algunos otros a quienes les sacaste amplia ventaja.

Tal como en una carrera, hay mujeres que se casan con su novio de secundaria, mientras otras lo hacen después de los 40; hay mujeres que se embarazan a los 18 y otras que deciden no hacerlo antes de los 35; hay mujeres que a sus 21 años ya son profesionales y otras que a sus 30 y tantos apenas empiezan a estudiar lo que les apasiona; hay mujeres que desde jóvenes consiguen el éxito en su emprendimiento y otras que lo alcanzan con el esfuerzo de los años…

Ahora bien –y volviendo al ejemplo de la carrera–, ¿qué pasaría si volcaras toda tu energía en alcanzar o sobrepasar a alguien que se te adelantó? ¡Simple! El esfuerzo por sobre-exigirte te consumiría hasta agotarte y quizás, hasta hacerte renunciar por no poder con la presión; todo por no respetar tu propio tiempo y ritmo.

La única diferencia entre una carrera y la vida, es que la vida no se trata de una competición donde gana solo quien llegue primero a la meta.

Cuando permites que la presión de la edad te abrume simplemente porque a tu alrededor todos “ya tienen una relación”, “se están casando”, “están teniendo hijos”, “son independientes”, “son profesionales”, “tienen su propio negocio” o [inserta aquí cual sea tu motivo]; sientes lo mismo que sentirías si te aventajaran en una carrera, la gran diferencia es que eso no te saca del juego –como normalmente pasaría en una competición–, sino que tú misma eres quién inconscientemente lo hace al dejarte agobiar.

Aunque te encuentres en tus 30 y tantos (o más) y por más frustración que sientas, la solución no es ceder ante la presión social o circunstancial para forzar que las cosas pasen en un intento desesperado por alcanzar a otros y no quedarte rezagada, sino entender que vives a tu propio ritmo, que eso está bien y estar en paz con ello hasta que tu momento llegue, porque créeme, llegará.   

El problema en sí nunca ha sido el tiempo que pasa ni la edad que tienes, sino la fecha de caducidad que tú misma te impones ante la presión de terceros; como si los años te restaran valía en vez de sumarte o te alejaran de lo que ha sido predestinado para ti, en vez de acercarte a ello.

Cada día que pasa no es un día más sin ver lo que anhelas; es un día menos para contemplarlo. ¡Vive conforme a ello!

Así que proponte hacer las paces con Dios y contigo misma, porque aunque hayas arribado a los 30 y no vivas al ritmo de la mayoría, ¡un brillante futuro te sigue esperando a la vuelta de la esquina! Escrito está: “todo tiene su tiempo y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”, (Ecle. 3:1).

#MujerInspírate

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Melina Vélez

Melina Vélez es comunicadora social, presentadora de radio, escritora, productora de Marketing Digital y directora creativa de Mujer Inspírate. Melina es una soñadora imparable, esposa de Ángel Galeano y mamá de Napoleón, su hijo perruno.

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