¿Cómo manejar el duelo migratorio?

No ha sido una decisión fácil pero las circunstancias te han llevado a ello: decidiste emigrar y un cúmulo de emociones, liderado por una mezcolanza entre el dolor y el temor, hoy te invaden. Tal vez no eres tú, sino que ha sido alguien más quien se fue del país; alguien muy cercano. Sea un amigo íntimo, un familiar muy querido o tu propia pareja, el caso es que le has dado paso para que emprenda su camino en otro lugar desconocido y aún te resulta difícil batallar con el vacío que te ha dejado su ausencia. Sin importar cual fuere el caso, el hecho es que hoy quizás vives la incertidumbre y nostalgia de no ver a tus seres queridos ni tenerles cerca diariamente.

“Ya no estés triste. El tiempo pasa rápido y pronto volverán a encontrarse”, te dicen algunos, muchas veces sin entender el sacrifico que haces y cuánto te abruma la soledad. Además, si no eres tú quien emigró, sino que fue un familiar cercano –como un padre, un hijo o tu pareja– quizás su partida te deja muchos gastos por asumir: pagos de la banca, de la casa, del carro, la alimentación de la familia, representaciones en instituciones… En fin, te encuentras ante muchos quehaceres del diario vivir, ahora multiplicados. Estás encargada tanto de lo fácil como de lo difícil, sosteniendo todo.

Más allá de lo que implica emigrar, el duelo migratorio es algo que afecta tanto a las personas que se van como a las que se quedan.

Ahora bien, pensar en todo lo que enfrentas y vives realmente no te molesta cuando piensas en lo mucho que amas a quiénes están lejos; tampoco les haces reclamos algunos a quienes no están porque entiendes el sacrificio de ambas partes, en aras de encontrar y proveer un mejor futuro para todos; es así como te das fuerza y comienzas cada mañana con valor, con esfuerzo, cumpliendo y completando, atendiendo cada asunto sin disentir… al fin y al cabo, tanto tú como quienes están lejos, se han dado a la tarea de hacer lo mejor que pueden, estén donde estén.

Hoy día son muchas las madres, esposas, hijas, hermanas, tías, sobrinas y amigas que viven el amargo duelo migratorio en América Latina. Ante esta realidad, la mujer destaca su fuerza y empuje en los duros tiempos que experimenta la familia al estar lejos de uno o más de sus miembros por causa de empleo, estudios, superación, o nuevo emprendimiento.

Si este es tu caso –sea que hayas emigrado tú o alguno de tus seres queridos– hoy reconozco tu esfuerzo en levantar las manos para abrigar, defender, guiar y proteger. ¡Eres grandiosa, mujer!, Te imagino en esa dura situación y te admiro; por eso quisiera compartir diez recomendaciones a fin de facilitar el proceso del duelo migratorio que vives y no abrumar a quien se quedó o a quien se fue, sino apoyarle desde donde estás con la mejor actitud:

  1. Expresa constantemente tu cariño. Que en la distancia también se sienta el amor porque no has perdido a nadie, sólo compartes espacios diferentes con tus seres queridos que están lejos.
  2. Concentra tu atención en el presente y en lo maravillosa que eres al crear y prosperar en todo lo que haces. Sí, ciertamente estás triste y todo principio es duro, pero ten cuidado de no deprimirte; así que respira hondo y entiende que sí puedes continuar delante. Con la ayuda de Dios, cada día obtendrás las fuerzas para lograr tus objetivos y cubrir tus necesidades. Recuerda que aunque estés lejos de los tuyos, tu bienestar les da fortaleza a ellos y viceversa.
  3. Resiste la circunstancia de la ausencia con esperanza y diligencia. Organiza bien tu tiempo y actividades, dando prioridad –sin afán– a lo justo y necesario. Recuerda que “no todo lo importante es urgente” ni “todo lo urgente es importante”. Lo primordial no es que acabes todo en un día, tampoco que tengas todo al día ni que nada te falte, no. Lo realmente importante es que la paz guíe tu concentración diaria, así estarás bien tú y los tuyos. Además, sean cuales sean tus circunstancias, mantén la esperanza del reencuentro viva, pues, no es lo mismo pensar en un “adiós” que en un “hasta pronto”.
  4. Suelta la negación del dolor. Esto sólo te mantendrá insegura, molesta, ansiosa y te llenará de preocupación y rabia. Estando a solas, no reprimas tus lágrimas ni los buenos recuerdos; más bien, cada vez que los pienses, agradece esas vivencias y bendice a esas personas que están a lo lejos. Sé flexible ante la experiencia que vives y enfócate en lo bueno que sucederá a corto, mediano y largo plazo.
  5. Mantén una actitud receptiva para la nueva adaptación. Todo en la vida es cuestión de esfuerzo y costumbre. Cuando te dispones al cambio, lograrás rendir y ser productiva; ¡eso sí! tómate el tiempo para observar y aprender sin el hostigamiento del apuro.
  6. Cultiva el agradecimiento en tu corazón, pensamientos y palabras. Este principio representa la base de tu bienestar emocional y afianzará en ti la actitud que te dará la fortaleza para comunicarte con tus seres queridos y comprenderles en todo tiempo.
  7. Sé prudente a la hora de comunicarte y paciente en responder. Recuerda que quien ha emigrado no sólo se enfrenta a la soledad, a la incertidumbre, al manejo de otra cultura y ambientes, sino a la desesperación de no poder estar y ayudar a los suyos. Asimismo, quienes se quedan se enfrentan ante el vacío y estrés emocional de la ausencia. Sea cual fuere tu caso, sé paciente y prudente a la hora de hablar y responder al comunicarte con quienes están lejos, ya que sin darte cuenta puedes transmitir quejas permanentes o tristeza, y eso no ayudará a quien también sufre por no tenerte a su lado.
  8. Inicia o continúa la capacitación en el idioma y cultura general del país al que emigraste o dónde se encuentra la persona que emigró. Conocer vía internet los lugares, instituciones, costumbres, bolsa de empleo y todo lo referente a ese país no sólo les dará un sentido de cercanía e interesantes temas de conversación a quienes están lejos, sino que podrán enriquecer sus conocimientos culturales juntos.
  9. En la medida de lo posible, dedica tiempo a formalizar tus documentos legales. Cédulas, pasaporte, registro de actas de nacimiento, títulos profesionales… Nunca está demás hacerlo cuando la posibilidad de salir del país, sea de visita o de forma perenne, está a la vuelta de la esquina.
  10. Planifica e invierte, dentro de tus posibilidades, en la moneda oficial del país en el que te encuentras o que ha recibido a quien emigró. Esto es, con la meta de programar una visita en su justo tiempo.

Ante todo, deposita tu confianza en Dios. Recuerda que sus planes siempre serán de bien, así que aunque algunos procesos sean duros o dolorosos, pon todo en sus manos, descansa en Él y confía en que tiene el mejor cuidado de ti y de los tuyos.

#MujerInspírate

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Ruth Figueroa

Profesora universitaria y locutora. Trabaja como asesora académica y metodológica en proyectos de investigación. Ama las letras, la música y el arte. Está decidida a vivir siendo más y su pasión es escribir para inspirar a otros.

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