Carta abierta: «El día que descubrí que estaba arruinando mi vida»

Ahí estaba, sentada frente a la ventana una noche lluviosa. Era casi tortuoso sentir cómo cada gota acariciaba la soledad y tristeza albergadas en mi alma; entonces fue inevitable preguntarme cómo fue que llegué hasta ahí, ¿en qué momento me permití abrir la puerta a aquello que sentaría las bases para sentirme desdichada?

Enseguida volví al pasado. Un flashback me dio un paseo instantáneo por cada desilusión, desde la primera vez que mi confianza fue traicionada hasta cada fracaso, error y decepción que afronté durante el camino de la vida. Sin embargo, esta vez pude ver cosas de cada vivencia que habían pasado desapercibidas ante mis ojos, cosas que poco a poco me fueron cambiando; como la primera vez que me rompieron el corazón –eso truncó mi habilidad para confiar y me hizo tímida–, o aquella vez que con tanto empeño perseguí mis sueños, sólo para fracasar. ¡Estaba tan convencida de que lo lograría! Ese incidente terminó por minar la confianza en mí misma, me hizo una persona insegura y con temor a salir de mi zona de confort… En fin, pude entender cómo el resto de mi vida, hasta hoy, había sido marcada por cada uno de esos pequeños y silentes cambios que se fueron gestando en mí.

Siempre he creído que las circunstancias adversas de la vida no están hechas para derrotarnos, sino para sacar lo mejor de nosotras. Paradójicamente ahí estaba yo, cayendo en cuenta que me había dejado abatir poco a poco por la tempestad, sin poder ver que en medio de cada tormenta siempre había tenido la oportunidad de florecer.

Entonces descubrí que nuestro presente nunca lo podremos cambiar mientras continuemos mirando hacia el pasado. Para avanzar, necesitas mirar hacia el frente y sí, quizás sea temible fijar la mirada en un futuro incierto, pero más aterrador es decidir habitar de continuo en el lamento de un pasado que jamás podrás cambiar.

En una ocasión leí que no hay mejor maestro que el fracaso. Ahora que lo pienso, el fracaso llega a nuestras vidas para retar al alma a ir más allá, para sopesar nuestra esencia y probar de qué estamos hechas. De repente pude ver en cada fracaso vivido y error cometido que –aunque el dolor fue el real–, más que perder algo estaba ganando experiencia; estaba aprendiendo una nueva forma de no hacer las cosas. Así, sin darme cuenta, entendí que las lecciones tras cada intento fallido me acercaban más a la manera correcta de actuar, de amar, de confiar, de transitar por esta vida como una mujer más fuerte y segura del camino que aún le queda por recorrer.

Cuando inviertes tu tiempo en el pasado, arruinas tu presente y condenas tu futuro. Si le permites a aquello que te marcó, habitar en tu corazón como un pasado que promete nunca irse, este luego invitará a la queja, al conformismo y al temor para hacerte abortar tu propósito y desistir de tus sueños; hasta que un día –como aquella noche lluviosa–, todo parecerá haber perdido el sentido.

Sin embargo, la aurora siempre despunta después de la hora más oscura. Sí, había perdido mi tiempo pensando en el ayer; pero luego de este magnífico paseo desde una perspectiva diferente por mi pasado, justo ahí –en mi ventana– se empezaba a asomar un sol radiante. Su luz invadió mi rostro, secó las gotas de lluvia en el cristal y se reflejaba ahora en las lágrimas que corrían por mis mejillas; lágrimas que depuraban mi alma y me invitaban a perdonar a aquellos que me hirieron, a abrazar la gracia de Dios en medio de mis errores y a perdonarme por amor a mí misma.

El calor de aquella luz confortó mi alma, trajo paz donde había tormento y gratitud donde había desdicha. Ese sol que salía me hablaba del brillante futuro que siempre tuve por delante y aún tenía la oportunidad de forjar. La decisión siempre estuvo en mis manos, tan sólo necesitaba ver desde una perspectiva diferente. Sin duda alguna, esta vez había retomado el camino correcto y todo gracias a aquella noche lluviosa en la que me senté frente a la ventana, sólo que esta vez hice algo diferente: permití que la tormenta sacara lo mejor de mí.

«Levántate, resplandece, porque ha llegado tu luz y la gloria del Señor ha amanecido sobre ti», Isaías 60:1 (NBLH).

#MujerInspírate

¿Qué opinas?

Andrea Colina

Comunicadora Social/Periodista. Escribo, luego existo. Amante del buen cine y de los retrogames. Creativa por gracia multiforme.
JESÚS: mi verdad absoluta.

You May Also Like

mujer joven baila mientras sonríe mirando al cielo - quiero bailar con Dios

Quiero bailar con Dios

mujer con las manos sobre su pecho - cómo sanar a tu niño interior

Carta abierta: Cómo sanar a tu niño interior

¿Cómo mantener el bienestar emocional en tiempos difíciles?

Mujer envidiosa cómo saber si sientes envidia combátela en 4 pasos

¿Cómo saber si sientes envidia? Combátela en 4 pasos

error: Content is protected !!