Dícese del mal que afecta a 10 de cada 10 mujeres como mínimo una vez en la vida; no distingue entre edad, credo, ni clase social; pareciera que su único condicionante para padecerlo es pertenecer al sexo femenino, y no, no hay manera de prevenirlo; cuando caes en cuenta de tu situación, ya es «literalmente» demasiado tarde (porque es el causante número 1 de la impuntualidad). Este mal se presenta de manera sorpresiva, bien sea en un día común y corriente o en ese día especial que esperamos con ansias. Su padecimiento ocasiona desde irritabilidad y frustración hasta llanto inexplicable y depresión (esto, en los casos crónicos). Te hablo nada más y nada menos del famoso
“¡No tengo que ponerme!”
Más que novedoso, diría que es un tema típico que todas conocemos: ¿quién de nosotras se atrevería a negar que de sus bocas no ha salido esta desesperada exclamación? Y es que cuando lo pensamos con cabeza fría, ¡hasta risa da todo el asunto! Pero lo cierto es que resulta sumamente asombroso cómo la simple incapacidad de encontrar un atuendo que satisfaga TODAS nuestras expectativas en nuestro armario, tiene el poder de derribarnos la sonrisa, y con ella, nuestra seguridad y hasta nuestra autoestima, porque parece mentira, pero es en medio de la crisis del “no tengo que ponerme” que se evidencian, con mayor fuerza, todos y cada uno de nuestros rasgos no tan favorecedores.
Lo peor del caso es que en medio de la crisis, nos volvemos herméticas. ¡Admitámoslo!, así tengamos al actor más guapo de todo Hollywood a nuestro lado diciéndonos lo hermosa que nos vemos, para nosotras, el espejo es el que nunca miente. Aunque no puedo prometerte que existe método alguno que te garantice no sufrir más de este mal, puedo darte varios tips para salir de esa fatídica etapa con premura y eficiencia sin comprometer tu puntualidad en el proceso:
- Examina tu clóset: Separa tus prendas de vestir por uso o tipo, por ejemplo: tus prendas “de diario”, tus prendas “para salir”, tus prendas “de noche”. Esto te ayudará a segmentar tu ropa de acuerdo a la ocasión para la cual necesitas vestirte.
- Opta por lo IN: Una vez segmentadas tus prendas, analiza entre ellas qué es lo más trending y cuál está pasada de moda.
- Apuesta a lo básico: ¡Que los básicos sean tu regla de oro!, puesto que nunca se equivocan –por algo estas prendas son llamadas “los básicos”, ¿no? – un vestido negro, un blazer negro o blanco, la típica camisa blanca, jeans… juega a combinarlos y de seguro obtendrás un look fantástico y acorde a las tendencias.
- Sé fiel a tu contextura y preferencias: De nada vale que apliques todos estos tips si al final, renuncias a tus preferencias, puesto que tu estilo es lo que marca la diferencia. Sé honesta contigo misma y escoge entre lo que te favorece y lo que te gusta; por ejemplo, que seas delgada no quiere decir que en todo tiempo debas marcar tu silueta, del mismo modo sucede si eres de contextura gruesa, no todo lo que uses debe ser negro, ancho y sin forma ¡atrévete a experimentar!
¡Al mal tiempo, buena cara! Aunque las crisis existenciales de estilo lleguen a tocar tu puerta, la mejor medicina preventiva para este mal es TU ACTITUD. Más allá de un “no tengo que ponerme”, lo cierto es que disfrutas de un armario entero para decidir, y el hecho de tener múltiples opciones ya representa un gran privilegio y bendición en sí. Además, un atuendo por sí solo no te hace hermosa, lo que este hace es complementar tu belleza interior. Así que seamos más agradecidas, apliquemos estos fantásticos consejos para tomar una decisión acertada en momentos de indecisión y ¡sonriámosle al espejo!, porque ni siquiera la prenda más nueva o costosa ni el maquillaje más refinado te darán un mejor aspecto y brillo que una sonrisa genuina.
#MujerInspírate
