Aprende a vivir en «tiempo presente»
La presión está a la orden del día, sea social, laboral, familiar o como prefieras llamarle. Resulta sumamente sencillo que la vida se consuma en un constante esfuerzo por cumplir no solo con los requerimientos diarios, sino con las expectativas de todos los que nos rodean. Y así, sin darnos cuenta, acabamos viviendo una vida adelantada a los tiempos, enfocadas en la felicidad que nos deparará el futuro y desestimando la valía de nuestro presente, un presente que no volverá.
¿Cuántas jovencitas anhelan ser mayores para poder ser felices? ¿Cuántas chicas solteras andan deseosas de casarse para sentirse completas? ¿Cuántas de nosotras, al estar estudiando, solo anhelamos graduarnos para sentirnos realizadas? ¿Cuántas mujeres casadas anhelan los hijos para sentirse satisfechas? Y así sucesivamente… Siempre con la mirada en “la próxima etapa” no nos damos cuenta de que estamos desperdiciando nuestra niñez, juventud, época universitaria, soltería… todas esas etapas tan importantes que van formando nuestro carácter y que, sin saberlo, nos preparan para dar el siguiente paso en nuestras vidas.
Amiga lectora, tómate un tiempo para meditar cómo estás llevando tu vida: ¿has permitido que el trabajo te consuma? ¿Le estás dedicando el tiempo adecuado a tus hijos? ¿Cómo está tu relación con tu esposo? ¿Tus familiares y amigos se sienten valorados por ti? Y ante todo ¿cómo te sientes con tu actual estilo de vida? No esperes a que seas una anciana para caer en cuenta que la vida se te fue solo en expectativas, para luego desear con todas tus fuerzas haber degustado cada momento, deseando vivir justo cuando tu tiempo se acorta y tu cuerpo ya no te lo permite.
¡Aparta la presión en tu vida! Y hoy, cuando aún estás a tiempo, empieza a invertir en lo verdaderamente valedero e imperecedero: disfruta a tus hijos de pequeños (créeme que cuando los veas salir de tu casa para tomar su propio rumbo, lo agradecerás); aprovecha tu soltería (esta etapa de independencia nunca volverá); dedícale más tiempo a tus padres (nunca sabes cuándo les puede tocar partir, y el tiempo con ellos no tiene precio); no dejes que tu trabajo se vuelva el centro de tu vida y valora más a tus amistades (de qué te vale tener todo lo que sueñas sin tener con quién compartirlo); disfruta tus primeros años de casada (cuando llegan los hijos, las prioridades en la pareja siempre cambian), y sobre todas las cosas ¡sé feliz en la etapa en que te encuentras! Por algo el hombre más sabio del mundo, Salomón, dijo que “todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora” (Eclesiastés 3:1).
#MujerInspírate
